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“Cada nueva pantalla no puede ignorar aquellas que la han precedido, aquellas que han ido construyendo esa peculiar historia que es la historia de la pantalla.”
Israel Márquez
Convivimos con pantallas todo el tiempo, ya que son el principal acceso a la información, la diversión, las noticias, al trabajo y a otras personas. En pocas palabras, son el medio para acceder al mundo. En la actualidad, los videos en formato vertical han ganado mucha popularidad y se ha normalizado su existencia como parte de un ecosistema mediático/digital en el que la mayoría del contenido se consume en smartphones. Los videos verticales se oponen a un formato tradicional consolidado: la pantalla horizontal. Esta se remonta a los orígenes del cine y no ha sido obra de la casualidad el hecho de que se haya mantenido por tantos años. El cine eligió el esquema horizontal, la TV siguió esta misma tendencia y los monitores de computadoras (PC) tampoco la modificaron.
El consumo cultural contemporáneo gira en torno a los smartphones y con ellos ha llegado la verticalidad, tanto en interfaces digitales como en contenidos. Si bien este formato de pantalla no tiene las bases tan sólidas como el clásico en horizontal, sí ha cobrado mucha fuerza y representa ahora un nuevo paradigma en el consumo mediático. Al usuario le resulta sencillo seguir la lógica vertical de su smartphone: se graban videos de forma vertical, lo que a fin de cuentas resulta más cómodo, y dicho video se comparte en redes sociales, donde las personas lo visualizan desde dispositivos con pantallas verticales.
Pudiera parecer que los contenidos en vertical funcionan bien para todo el mundo. Pero cabe preguntarse ¿qué implicaciones tecnológicas y culturales tiene el cambio de formato? ¿Podemos afirmar que el esquema tradicional en horizontal está “en jaque”? ¿Los videos verticales llegaron para quedarse?
Hegemonía de la pantalla horizontal
Es verdad que ha existido un dominio total del video horizontal en el entorno mediático y es importante entender el porqué. No se trata de un convencionalismo derivado de la casualidad, ni el gusto particular de un grupo de genios iluminados que así lo decidieron. De entrada resulta pertinente definir qué entendemos por “pantalla”. Si bien es un término que suena hasta cierto punto obvio y que todos tenemos perfectamente entendido, en realidad puede resultar un poco difuso. Es importante indagar en sus orígenes y características, para poder partir desde un concepto bien delimitado, comprendiendo la importancia que ha tenido a lo largo de la historia.
Una buena manera de empezar a entender (y al mismo tiempo hacer más complejo) todo lo que comprende y engloba el concepto de pantalla, es partiendo de la forma que propone el teórico de los medios Lev Manovich, quien se apoya en las definiciones de Roland Barthes: «Un puro segmento recortado que define con claridad los bordes, irreversible e incorruptible; todo lo que le rodea lo hace desaparecer en la nada y queda sin nombre, mientras que todo lo que admite en su campo es promovido a la esencia, a la luz, a la visión.» (Barthes en Manovich, 2005; 156). De esta forma podemos entender el concepto, no solo como aquello que reproduce imágenes animadas y audiovisuales, sino cualquier enmarcación artística o cultural a lo largo de la historia. El mismo Manovich afirma que la pantalla la usa el ser humano desde hace siglos para presentar información visual, concretamente desde la pintura renacentista[1]. En este caso, vamos a enfocarnos en la pantalla cinematográfica, esa que aparece en 1985 y que todos conocemos universalmente como “pantalla”. Sin embargo, es importante tener en cuenta los antecedentes y hasta qué punto de la historia se puede rastrear su presencia.
Desde su origen, las imágenes en movimiento se han visualizado en un recuadro con tendencia a alargarse en la parte horizontal. Los medios de comunicación (y en especial el cine) siempre han buscado recrear la realidad en que vivimos, intentando imitarla de la mejor forma que les es posible. En este objetivo de reproducir la realidad, el cine ha adecuando el recuadro con más espacio en la parte horizontal, comparándolo así con el campo visual del ser humano.
El cine es creado ex profeso para dar un espectáculo al público general. Aparece asociado a un lugar, a una sala de cine donde se busca que todos los presentes visualicen las imágenes de una forma similar (Márquez, 2015). Ya no solo es cuestión de que a una persona le parezca más familiar una pantalla horizontal, debido a la semejanza que tiene con su visión natural; este formato resulta mejor para proyectarse en una sala y asegurar que todos los asistentes puedan ver adecuadamente las imágenes proyectadas. Resulta difícil imaginar una sala de cine con un formato de pantalla vertical.
El lenguaje cinematográfico empezó a cobrar fuerza desde los inicios del siglo XX y poco a poco la sociedad empezó a aceptar sus cánones, sus reglas y su lenguaje, al grado de interiorizar y aceptar sus formas. Rápidamente el cine se convirtió en el medio de comunicación más importante e influyente en el entorno social y cultural. Su influencia opera hasta hoy en día, donde parece ser la fuente de todo contenido en el entorno mediático. “El cine parece hoy la matriz de lo que se expresa fuera de él.” (Lipovetsky y Serroy, 2009; 25). No resulta extraño pensar que cualquier pantalla de la actualidad tiene una fuerte influencia cinematográfica. Es entonces cuando uno se pregunta el porqué de la irrupción del video en formato vertical, el cual rompe con los cánones cinematográficos.
A pesar de la hegemonía que ha tenido el formato rectangular en horizontal, los primeros ejemplos de productos audiovisuales en vertical los encontramos antes de que existiera el propio cine. La cronofotografía[2] capturaba una serie de fotografías consecutivas y las reproducía una tras otra para dar la ilusión de movimiento. Un ejemplo representativo de cronofotografía en vertical lo tenemos con “La caída del gato” de Étienne Jules Marey realizado en 1894 (un año antes de la aparición del cine con los hermanos Lumière).
Muchos han criticado los videos verticales, con el argumento de que resulta visualmente desagradable y que no va acorde con el campo de visión natural del ser humano. Las técnicas y elementos del lenguaje cinematográfico no se adaptan fácilmente a este esquema; los paneos y travelings con los que tan familiarizados estamos, resultan molestos y ruidosos en un formato vertical. Esta “repulsión” a la pantalla vertical no debe sorprendernos de ninguna forma, tomando en cuenta que todo el lenguaje del cine (un lenguaje añejo, maduro, trabajado por más de cien años y que tenemos completamente interiorizado y apropiado) ha sido desarrollado siempre con un formato horizontal.
La amenaza vertical: el smartphone como elemento clave
El video en formato vertical lo vamos a definir como aquel cuya composición y encuadre hace uso de una relación de aspecto donde el eje vertical es más largo que el horizontal. Este tipo de video también es conocido en el argot anglosajón como portrait mode. Los formatos que más se utilizan son 9:16, 4:5 y 2:3.
Es imposible imaginar la irrupción de los videos verticales sin la aparición y popularidad de los teléfonos inteligentes; si hay algo que define nuestros días en cuestiones tecnológicas, es el uso de los smartphones. En el 2017 el número de usuarios de telefonía móvil en el mundo llegó a 5000 millones, es decir que cerca de dos terceras partes de la población mundial hacen uso de teléfonos inteligentes[3]. Se han convertido en una extensión del cuerpo humano, como decía Marshall McLuhan[4], y no podríamos concebir la realidad y nuestra vida en sociedad sin ellos. Pero, hay que recordar, que hace tan solo 12 años se les consideraba un producto de nicho y una parte de la sociedad los veía como una moda pasajera. El formato vertical responde directamente a una cuestión ergonómica para los usuarios de estos dispositivos, a los que les resulta más fácil interactuar con estos utilizando una sola mano.
El prototipo de smartphone casi siempre ha tenido un formato vertical. El iPhone apareció en 2007, con una pantalla de 3.5 pulgadas y un aspecto de 3:4. Con el paso de los años, no solo fueron creciendo estos dispositivos, sino que fueron cada vez más verticales, es decir, cada vez más alargados en el eje vertical. Para el año 2010, el Samsung Galaxy S mostraría una pantalla de 4 pulgadas y un aspecto de 9:16. Los fabricantes de estos dispositivos han intentado agrandarlos sin hacerlos menos cómodos, para que los usuarios puedan seguir manipulándolos de forma sencilla.
Es muy recordada aquella presentación del iPhone 5 en 2012 donde Apple agrandó el dispositivo. Esto representó un acto sin precedentes y que iba en contra de las palabras del propio Steve Jobs, quien acababa de fallecer un año antes. El detalle importante aquí es que el iPhone creció en el eje vertical, pero mantuvo las dimensiones en su eje horizontal. Hoy en día, las empresas de teléfonos móviles han llegado a presentar pantallas de más de 5 pulgadas con aspecto 9:18. Dos veces más largos en su eje vertical. El objetivo es claro: que las pantallas lleguen a su máximo de extensión, manteniendo la comodidad en cuanto al uso con una sola mano.
La interfaz de usuario que presentan los smartphones fue diseñada para utilizarse con el dispositivo en vertical. La navegación por las redes sociales más populares está pensada de esta misma forma, al igual que la mayoría de las aplicaciones. La lectura de artículos o textos en este formato también resulta más natural y cómoda para las personas, tomando en cuenta que desde la era “pre-digital” nos hemos acostumbrado a leer en libros, documentos y revistas que ofrecen una presentación vertical. Todo esto podría parecer que no afecta al tema de los videos en absoluto (por lo menos de una forma directa), pero la realidad es que la tendencia de los usuarios a usar su teléfono y sus dispositivos de forma vertical, hace que los productores de contenido y los diseñadores de aplicaciones e interfaces digitales tomen esto en cuenta al momento de operar y crear.
Hace tan solo una década, los smartphones ofrecían una versión limitada y reducida de Internet, obligando a los usuarios a tener que recurrir finalmente a una PC para tener una experiencia completa. Los contenidos eran creados especialmente para computadoras personales y los teléfonos eran un complemento que tenía que adaptarse a estos contenidos, pero los dispositivos móviles poco a poco fueron apropiándose de todas las actividades y funciones de una computadora. Los teléfonos inteligentes se convirtieron en el nuevo ecosistema central de la tecnología, son el centro de gravedad de la industria tecnológica, todo lo demás orbita a su alrededor (Freitas, 2019).
Ahora los contenidos se hacen especialmente para los smartphones y si acaso los ordenadores tienen que adaptarse a dicho contenido. Pensemos, por ejemplo, en dos redes sociales de gran popularidad en años recientes, sobre todo para el público más joven: Instagram y Tiktok. Ambas plataformas tienen un diseño, contenido e interfaz gráfica hechos expresamente para utilizarse en móviles y dispositivos digitales, aún así puedes acceder a sus contenidos desde un navegador en una computadora. El hecho es que en los últimos años, el consumo de contenidos mediáticos por medio de smartphones y dispositivos digitales ha crecido de forma exponencial. Contenidos con una fuerte tendencia a tener una naturaleza vertical.
Consolidando un nuevo formato
Se ha hablado mucho de forma negativa y despectiva sobre el hecho de grabar videos en vertical, y no solo es cuestión de que atenta contra un formato universal. Se argumenta también que un video no se podrá reproducir de forma adecuada en las interfaces audiovisuales convencionales, si este es grabado de forma vertical. Un buen ejemplo que explica lo anterior es el video de “Sindrome de video vertical”, que en 2012 se hizo popular en Internet. En este video, con un poco de humor, se intenta explicar el problema de los contenidos verticales ante los formatos tradicionales, afirmando que es un error grabar videos de este modo.
A pesar de que en un inicio se miraba mal al video en vertical y era visto como un error de ejecución por parte de quien lo grababa, parece que ha logrado abrirse paso a lo largo de los últimos años. La realidad es que la pantalla vertical poco a poco se hace de un lugar importante en las redes sociales y las nuevas interfaces. Cada vez es más aceptada la idea de convivir con este tipo de contenidos.
En redes sociales como Tiktok (la red social de moda) ya están completamente normalizados los videos verticales. De hecho, en esta plataforma, es el video horizontal el que resulta raro, molesto o simplemente erróneo. Tiktok cuenta con una interfaz completamente orientada a la verticalidad, con un funcionamiento ágil, versátil y fluido donde los usuarios pueden consumir y crear contenido. Esta red social es un claro ejemplo de que la pantalla vertical no ha cedido, y al contrario, apunta a consolidarse como el formato audiovisual predilecto de las redes sociales y en el uso de dispositivos móviles. La verticalidad ha pasado de ser un error, a ser el formato correcto.
Snapchat fue la primera red social que presentaba una interfaz con contenido audiovisual 100% orientado a una pantalla en vertical. Se le considera como la red social creadora de los videos cortos que desaparecen después de un tiempo (los cuales serían más tarde bautizados como “historias”). Este tipo de contenidos fueron una fuente de inspiración para otras plataformas que imitaron esta tendencia, apropiándose por completo del concepto y haciéndolo parte de su interfaz. Las llamadas “historias” se han popularizado mucho y no solo han sido predominantemente verticales, sino que parecen no darle ningún tipo de entrada a la horizontalidad. Esto nos habla de una fuerte tendencia y dominancia por parte de los contenidos verticales en el consumo mediático digital en la actualidad.
Desde hace algunos años, dos de las redes sociales más populares y con mayor cantidad de usuarios como son YouTube y Facebook, dieron entrada al video vertical permitiendo reproducir videos en este formato en pantalla completa. De igual forma, muchas redes sociales y plataformas, si bien no se decantan por uno de los dos formatos en su totalidad, sí se han adaptado y le han otorgado su lugar al video vertical. El consumo mediático actual se ha centrado en un solo dispositivo y esto ha hecho que las compañías y productores de contenido, además de los anunciantes, piensen y elaboren toda su estrategia en función de los teléfonos inteligentes y la pantalla en vertical que viene con ellos.
“We need to adapt to consumer behavior and give them content in the way they want it most and that means going vertical!”[5]
La misma industria cinematográfica ha tenido que adaptarse de alguna forma a esta tendencia con festivales que tienen como concepto principal la pantalla vertical. El Vertical Film Festival[6] (VFF) en Australia, fue el primer festival cinematográfico en formato vertical. A este se le han unido otros alrededor del mundo como: Nespresso Talents, Vertical Movie Festival en Italia y PiCortos en España, por mencionar algunos.
Finalmente, en cuanto al mundo de los videojuegos (que de ninguna manera debemos ignorarlos dentro del consumo mediático actual), el formato de pantalla horizontal ha dominado desde los inicios. En años recientes han aparecido diversos juegos creados especialmente para celular y dispositivos digitales, los cuales han ganado terreno y popularidad a nivel mundial, títulos como Candy Crush, Clash Royale, Pokemon Go, Free Fire y Angry Birds son claros ejemplos. Algunos de estos siguen el esquema vertical que sugiere el dispositivo y se orientan de esta manera; sin embargo, otros de estos juegos piden al usuario voltear el smartphone para jugar con una pantalla horizontal, respetando el formato clásico que siempre hemos visto en la historia de los videojuegos.
Existe una clara jerarquía dentro del universo de los gamers, quienes no suelen mirar con buenos ojos los videojuegos destinados a jugarse en un dispositivo de bolsillo. Cuestiones como los gráficos, la calidad del juego, la velocidad y la potencia, terminan influyendo para relegar a los juegos de smartphone al sótano de esta escala jerárquica. Sin importar el estatus o la calidad de los mismos, el hecho es que cada vez existen más videojuegos y más jugadores en el sector móvil.
De cualquier forma, tal parece que en este ámbito el formato tradicional horizontal se ha mantenido y no existe una clara tendencia que apunte a lo contrario. Los monitores y las televisiones siguen siendo las pantallas principales.
A modo de conclusión
Uno no puede ponerse a jugar al profeta y predecir cuántos años más estaremos conviviendo de cerca con contenidos audiovisuales en un formato vertical. Sencillamente no hay forma de saberlo, ya que esto depende de diversos factores tecnológicos, sociales, culturales, mediáticos, económicos, etc. y todas las intersecciones entre estos.
Hay fuertes argumentos para afirmar que la pantalla horizontal que el cine consolidó a lo largo de los años seguirá por muchos años más, y a pesar de la popularidad de los videos verticales, no parece estar en jaque su supremacía. Pero esto no quiere decir necesariamente que la pantalla vertical está destinada a quedarse como un formato sin mucha relevancia, con una naturaleza efímera y ser relegada a aparecer únicamente en redes sociales, aguardando por su inevitable muerte.
Por otro lado, el hecho de que el video vertical haya irrumpido de esta forma y haya ganado tanta popularidad en tan poco tiempo, no significa que haya llegado para quedarse y que atente directamente contra la naturaleza cinematográfica y todo lo que el cine ha logrado como lenguaje a través de tantos años . Es claro y evidente que el futuro del cine no está en el formato vertical. No hay argumentos que indiquen que el cine está a punto de presenciar un cambio drástico y esencial debido a la proliferación de los videos verticales. Como se dijo anteriormente, el formato clásico horizontal de la pantalla del cine no está ahí por mera casualidad y esto no tiene por qué modificarse.
La pantalla vertical que llegó en años recientes, parece responder directamente a la comodidad que el usuario presenta al manejar el smartphone con una sola mano. Si bien no podemos aventurarnos a pensar en el futuro del formato vertical en cuanto a sus años de vida, sí podemos intuir que su uso está de alguna manera condicionado a la vigencia de los dispositivos que fomenten su práctica. La nueva tendencia vertical parece responder más a la comodidad de los usuarios al sostener el dispositivo, y menos a una cuestión de diseño o estética audiovisual. Esto puede hacernos pensar que la verticalidad es pasajera y vivirá hasta que los smartphones y su estrecha relación con el público de la modernidad lo permitan.
Algunos videoartistas se han servido de la pantalla vertical como alternativa en diversos tipos de instalaciones y exhibiciones, pero fuera de eso, no han sido muchos los casos donde se elija este formato sobre el horizontal en cuestiones audiovisuales. El hecho de que no existan motivos estéticos en la preferencia de un esquema vertical, es indicador de que efectivamente el video vertical es una alternativa que puede utilizarse en ciertos casos: cuando la creatividad de un artista o la comodidad de los usuarios lo exijan, por ejemplo. No como una convención estética o artística, sino más bien como un recurso.
Independientemente de su consolidación como formato universal o si se trata tan sólo de una alternativa, el video vertical no representa algo negativo en lo absoluto ni atenta contra ningún concepto artístico, social o cultural. No debemos estigmatizar a la pantalla vertical, ni considerarla como algo extraño, siniestro o equivocado. Lo que sí debemos es darle la importancia que merece, ya que en definitiva representa un formato nuevo que está rompiendo con una tradición y un esquema de muchos años, ofreciéndonos algo novedoso y diferente. Este fenómeno trae consigo ciertas implicaciones culturales, sociales, tecnológicas, comunicativas, artísticas y hasta económicas que influyen en nuestra vida cotidiana y de las que conviene estar al tanto.
Referencias
Lipovetsky, G., & Serroy, J. (2009). La pantalla global. Cultura mediática y cine en la era hipermoderna. Cuadernos. info, (24).
Manovich, L. (2002). The language of new media. MIT press.
Márquez, I. (2015). Una genealogía de la pantalla: del cine al teléfono móvil (Vol. 487). Anagrama.
https://www.impactbnd.com/blog/vertical-video-in-marketing-infographic
http://openaccess.uoc.edu/webapps/o2/bitstream/10609/98527/6/plfreitasTFG0619memoria.pdf
https://www.covideo.com/horizontal-vs-vertical-videos
[1] (Manovich 2005, 146)
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Cronofotograf%C3%ADa
[3] https://elpais.com/tecnologia/2018/02/27/actualidad/1519725291_071783.html
[4] McLuhan, M. (1989). La comprensión de los medios como las extensiones del hombre (No. 316.77 M226c Ej. 1). Editorial Diana,.
[5] https://www.impactbnd.com/blog/vertical-video-in-marketing-infographic
[6] https://en.wikipedia.org/wiki/Vertical_Film_Festival